viernes, 26 de agosto de 2011

Dos velorios.



La semana pasada recibí el premio de poder asistir a misa varios días durante semana, algo que hace mucho tiempo no me regalaba. ¿Cómo sucedió?, simple, en vez de ir a la comunidad en donde participo (Maipú) fui a la parroquia que queda a escasas cuadras de mi casa.





La verdad, son comunidades totalmente distintas, una es viva, alegre, activa; la otra apagada, solitaria, diría que hasta triste (muy penosamente!)


El asunto es que curiosamente uno de los dias que fui, la parroquia estaba extrañamente con más gente de lo habitual; que pena decirlo pero siempre serán 6 personas promedio?.


Ese día había mucha más gente (30?), ¿la razón? un velorio, uno de los pocos motivos por los que tantos católicos se acercan a la Iglesia, junto a los matrimonios y uno que otro evento.


Pensé mucho sobre la muerte, el nacimiento a la vida eterna, observaba a los familiares y amigos sufriendo por el difunto y yo me sentía como observando desde lejos...aún sabiendo muy bien el dolor y pena que se siente. Extrañamente en paz, pensando en que sin duda ellos en algún tiempo más estarán más tranquilos, más serenos, más entregados y consolados, como me siento ahora.


Al momento de la comunión cantaron una canción que a mi madre le encantaba, la hacía llorar y que por largo tiempo luego de su muerte, también me causaba mucha pena oirla, llanto y angustia. Esta semana la oí con tanta tranquilidad que me sorprendió. El "pescador de hombres" es y será la canción con que recordaré a mamita en las Eucaristías, pero ese día, por primera vez sentí tranquilidad.


Al día siguiente fui a misa nuevamente, y otra vez más gente de lo habitual. La razón, evidente, otro velorio. Pensé en lo lógico: cada día fallece alguien y cada día sus familias y amigos sufren el dolor de una partida. Veías sus rostros, se sentía su pena y me acordaba tanto de las dos muertes más intensas que me ha tocado vivir...y la extraña sensación de sentirse "huérfano" pero en paz, aceptando la voluntad de Dios.



Al momento de la comunión otra sorpresa de Dios, cantaron la canción con más le gustaba a papá en la Iglesia. La oí y fue inmediata la sensación de "ayer mamá, hoy papá, en dos días recordé lo que me tocó vivir con algunos años de diferencia, esta vez más tranquilo, consolado y en otra casa". La canción con que recuerdo a papá es "El alfarero".


Fue realmente un regalo de Dios el poder vivir en dos días seguidos esa experiencia de recuerdo, y hacerlo en paz, sin angustia.




Dios y mis padres desde el cielo me permitan poder continuar avanzando en esta vida a paso firme, sin miedo, sujeto a sus manos y enfrentando lo que la vida me traiga de regalo, lo bueno y lo menos bueno.


Dos velorios en dos días, uno en memoria de mamita, el otro en memoria de papito. En paz, con pena pero en paz...aprendiendo a caminar. Queridos mamá y papá, los adoro!!




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